Carne / Teatro antropófago, de Michel Croz
Taller Teatro Independiente (TTI) Riveramento; sábados y domingos de octubre 2023
Escenario Brecht-Boal (Calle Brasil Cultural; Brasil 456, Rivera, Uruguay)
Actores: Verónica Loss, Esteban Siri, David Benavídez y Michel Croz.
Como todo juicio pareciera encadenarse a los prejuicios que le anteceden, lo
primero que llama la atención en el pliego informativo de esta puesta en escena de
Carne es que se presenta como “teatro antropófago”.
Así que, como mínimo, corresponde revisar qué es lo que se acostumbra a caratular de esa manera.
Eso nos remite a la primera fase de las manifestaciones artísticas y culturales del
modernismo brasileño y, fundamentalmente, resulta indisociable de los aportes
realizados por Oswald Andrade.
Su manifiesto antropófago (publicado, en 1928, en la revista Antropofagia, de
San Pablo, Brasil) es radicalmente claro en su comprensión de lo humano y en las
intencionalidades del movimiento:
Só a Antropofagia nos une. Socialmente. Economicamente. Filosoficamente.
Única lei do mundo. Expressão mascarada de todos os individualismos, de
todos os coletivismos. De todas as religiões. De todos os tratados de paz.
Tupi, or not tupi, that is the question. Contra todas as catequeses. E contra a
mãe dos Gracos. Só me interessa o que não é meu. Lei do homem. Lei do
antropófago. (“Solo la antropofagia nos une. Socialmente. Económicamente.
Filosóficamente. Única ley del mundo. Expresión enmascarada de todos los
individualismos, de todos los colectivismos. De todas las religiones. De
todos los tratados de paz. Tupi, or not tupi, that is the question. Ley del
hombre. Ley del antropófago.”)

Su propuesta era “tragar” (devorar) las influencias extranjeras y transformarlas
en propias. Se podría incluso entender que la modernidad latinoamericana siguió, en
diversos grados, ese derrotero: surgir por devoración de sus modelos de referencia.
La “muerte” y “devoración” del otro permite recrear la propia. Desde esta
perspectiva, hasta el discurso de las relaciones coloniales puede trastocarse en uno
productivo de identidades y alteridad.
Oswald Andrade insistió hasta el final de su vida en la propuesta de antropofagia:
Faço pois um apelo a todos os estudiosos desse grande assunto para que
tomem em consideração a grandeza do primitivo, o seu sólido conceito de
vida como devoração e levem avante toda uma filosofia que está para ser
feita. (“Por tanto, apelo a los estudiosos de este gran tema para que tomen en
consideración la grandeza de lo primitivo, su sólida concepción de la vida
como devoradora y lleven adelante toda una filosofía que está por crearse.”
De su discurso para un encuentro de intelectuales en 1954, el año de su
fallecimiento).
La antropofagia, desde este posicionamiento, supera al acto caníbal, a la
reducción al signo de violencia; intercambia los espacios de quien devora en aquello
que es devorado. Carne, esta puesta en escena específica del TTI Riveramento,
promueve esa reubicación mediante la interpelación del público por los actores.
Interpelaciones que suceden (como en toda la dramaturgia de Croz) en las lenguas de la
frontera uruguayo-brasileña.
Sorprende la calidad interpretativa que alcanza Verónica Loss en su doble rol del
equilibrista y el enamorado. Aunque no tuvimos acceso al texto original de la obra, la
puesta en escena pareciera valerse de espléndidos aciertos literarios en el monólogo del
equilibrista.
Un destaque aparte merece el desempeño actoral de David Benavídez; le cupo la
interpretación de personajes que se desdoblan y entrelazan en distintos momentos de la
obra: el cura, el abusador y el organista. El actor aporta, además de la corporización de
esos personajes, la ambientación musical en vivo. Incluso en una de sus intervenciones
(delicada actualización del texto) el juego de palabras sirve para aludir, con un dejo de
humor, a la ética de políticos recientemente encausados.
Más allá de estas apreciaciones de desempeños personales, es justo destacar que
todo el equipo actoral demuestra una perfecta amalgama.
En el interior del país, en lo que hace al trabajo del teatro independiente, no es
poco persistir. Pero este tipo de resultados escénicos como el que evidencia Carne no se
explica únicamente con la persistencia del TTI Riveramento, sino con la preocupación
por consolidar colectiva e inteligentemente una propuesta estética propia.
La cuidadosa selección del atrezo permitiría, incluso, una lectura en base a los
objetos de la puesta en escena.
Por ejemplo, el espejo (del dormitorio de la hermana del equilibrista) no solo
reproduce o multiplica los objetos sino que permite que el personaje se vea, se
redescubra. La cuerda del equilibrista (ubicada al ras del escenario y, por traslación, a la base del
piso de los espectadores) aproxima al público a la misma situación, o preocupación, por
el equilibrio. Incluso la vara metálica como instrumento de equilibrio o desequilibrio: al
inicio oficia de apoyo al trabajo del equilibrista; pero luego tiene una conversión fálica
para la desenfrenada entrega sexual del enamorado.
Carne es una obra digna de circular, a nivel nacional y regional, como muestra
de un trabajo de teatro independiente fronterizo con rostro propio.
Provocativa, pero distante de la grosería; incisiva, pero valiéndose del humor
para la crítica; inteligente, pero lo suficientemente accesible para no excluir públicos.
Celebramos que este espléndido trabajo haya contado con el apoyo del Fondo
Nacional de Teatro.
Wilson Javier Cardozo
(Rivera, 21/10/2023)